Por fin he podido ver la última entrega de la franquicia
007, una película que llevaba esperando desde hacía mucho tiempo y que en los
últimos días deseaba aún más después de leer todas las críticas hacia ella que
la ponían como la mejor de toda la historia. Sin duda, es una gran película de
James Bond, pero para nada creo que sea la mejor. Sí que es la mejor de las que
lleva haciendo Daniel Craig, pero no le llega ni de lejos a títulos como “Al
servicio secreto de su majestad” o “Desde Rusia con amor”.
La película es un completo despliegue de gags y guiños a
toda la mitología del personaje, a todas las películas anteriores y esta vez
sí, a los libros, sobre todo en lo que respecta a la historia personal de Bond,
algo que hasta este momento no se había tocado en ninguna entrega
anterior. Lo primero que destaca de la
cinta es su innegable retorno a la antigua esencia y a la fórmula de las
películas de Connery o Roger Moore, salvando las obvias diferencias. Ya los
títulos de crédito, son infinitamente superiores a los que vimos en Casino
Royale o Quantum of Solace, por fin he vuelto a disfrutar con un tema inicial
como no lo hacía desde El mañana nunca muere.
Al margen de esto, que es un referente de la saga, la
secuencia inicial es espectacular, de las mejores y más impactantes, algo que
siempre resulta difícil pues ya hemos visto cosas increíbles en cintas
anteriores. Sorprende que a este respecto, la cinta en general sea más floja en
cuanto a acción se refiere, hay muchas menos secuencias de acción y hacía la
mitad del metraje se puede hacer un poco larga sobre todo para aquellos que no
conocen a fondo la historia del personaje o se haya leído los libros, es
realmente otro giro de tuerca a las peripecias del agente interpretado por
Craig, si por algo destacan estas últimas entregas es por como han ido
experimentando con el personaje intentando adaptarlo a los tiempos actuales
para acabar llegando al mismo punto de partida, uno del que nunca deberían
haber salido.
En esta película, la trama gira en torno a M, personaje
interpretado desde Goldeneye por Judy Detch. Un villano desconocido ha
conseguido robar un listado secreto con información de todos los agentes dobles
infiltrados en organizaciones terroristas y criminales del mundo para
difundirla por internet y que estos sean asesinados. Ese villano resultará ser
un viejo conocido de M, que la intentará atormentar y destruir de todas las
formas posibles. James Bond, herido de gravedad, es dado por muerto y
desaparece durante meses; al conocer el aprieto en el que se encuentra el MI6,
decide regresar para ayudar a su jefa aunque ya no es el mismo y por tanto
deberá volver a entrenar para ser el que era.
Partiendo de esta base se desarrolla todo el film, un
metraje como he dicho anteriormente impregnado de referencias y guiños a todas
las entregas anteriores. Lo cierto es que debe gustarte mucho James Bond para
disfrutar esta película como se merece pues debo reconocer que para alguien que
no esté familiarizado con el personaje o esté acostumbrado a la narrativa
llevada a cabo en los años del Bond de Moore o de Brosnan, puede resultar
incluso hasta aburrida.
El villano, interpretado por Javier Bardem, tampoco es nada
del otro mundo, sí es un gran villano, pero está muy por debajo de los grandes
de la saga como Blofeld, Goldfinger o Drax, por citar algunos. En este caso, la
originalidad del villano radica en una ambigüedad sutil pero clara y en una
considerable locura interpretada, eso sí, de forma excelente por Bardem.
No se puede negar que esta cinta marca un punto de inflexión
en el Universo Bond y deja abiertos muchos posibles caminos para entregas
futuras. Todo apunta a que volveremos a ver aquellas películas del personaje,
al más puro estilo Sean Connery o Roger Moore. Sinceramente lo espero, yo soy
de la vieja escuela y aquellas cintas tenían algo especial, algo que las de
Craig, por muy buenas que sean, no llegan a transmitirme…
Nota: 7,5