Tras unas cuantas semanas de cine sin decepciones, me he encontrado
de nuevo con un título descafeinado y asombrosamente decepcionante. Sí,
la infinitamente anunciada como el regreso al cine más clásico de los 80
y sucesora de E.T., Super 8, recibe un bombo y
platillo innecesario ante el batiburrillo de impresiones negativas que
ahogan las positivas, que haber las hay.
Esta película es como mezclar en una coctelera un poco del cine más costumbrista de Spielberg, con otro poco del predecible cine de J.J. Abrams,
y ver que después de agitarla con fuerza, lo único que se consigue es
el mismo efecto que el agua y el aceite… incompatibilidad.
La cinta comienza muy bien, el metraje arranca con los rasgos más
característicos de Steven Spielberg, la presentación de unos personajes
con una marcada personalidad y una fuerte e importante relación entre
ellos cimenta las bases de un título que conforme pasan los minutos va
ganando interés en el espectador pues, efectivamente, recuerda las
películas de aquellos años 80 protagonizadas por niños que viven
aventuras misteriosas y a la altura de los ya recalcados en todos los
medios de comunicación Los Goonies o E.T. a modo de
comparativa. Sin embargo, todo esto forma parte de la primera hora de
cinta, el largo comienza a hacerse mediocre en cuanto sale la vena
Abrams y el argumento se diluye en una amalgama de predecibles y
aburridas secuencias carentes de lógica y únicamente salvables por la
simpatía, en algunos momentos, de unos niños que realmente hicieron lo
que pudieron para aportar a la película ese aire de emotividad e
ingenuidad que el espectador, al menos en mi caso, buscaba.
Como si se tratase de una segunda entrega de otra de las cintas de Abrams, Monstruoso,
enseguida nos encontramos con un toma y daca matraca entre el ejército y
la criatura, visto ya hasta la saciedad en infinitas películas de
extraterrestres e invasiones, sin encontrar una sola escena decente que
se ponga a la altura de las vistas en la primera parte de película.
La historia, que empieza fuerte e interesante, flojea en cuanto llega
el momento de las explicaciones, tal y como solo Abrams puede
conseguir, ya lo hizo con la mencionada anteriormente Monstruoso, lo hizo con Perdidos
y lo seguirá haciendo en todo cuanto toque este señor y tenga algo que
ver con criaturas del espacio. Ridícula la explicación final, un intento
lamentable de acercar a un niño con un monstruo que, señores
periodistas y especialistas, poco o más bien nada tiene que ver con la
entrañable patata E.T. Y esto es una cosa que me fastidia bastante ya
que la cinta se anuncia como algo que no es; no piensen en algún tipo de
emotividad, ni crean que van a derramar lágrima alguna por las
situaciones que se viven en la cinta, imaginen simplemente que van a ver
un episodio de cualquier serie de ciencia ficción actual con un poco de
intriga, con misterio, con unos críos aventureros que eclipsan la
pantalla hasta el punto de aburrir recurriendo siempre a lo mismo y
tendrán el producto que finalmente ha salido.
Sería injusto dilapidar a Abrams como estoy haciendo, debo reconocer
que este señor tiene muy buenas ideas, escribe historias intensas
cargadas de un misterio que encandilan al espectador más exigente, pero
su mayor y más persistente fallo es siempre el mismo, el desenlace. En
Super 8 se puede apreciar cariño por el cine de siempre, sí es verdad
que la primera parte de metraje tiene momentos estupendos que bien
podrían merecer mención en la historia del cine actual, la secuencia del
descarrilamiento de tren es realmente espectacular y la cantidad de
sustos que te da entre las sombras al no saber a ciencia cierta que es a
lo que se enfrentan aquellos pobres niños, son momentos agradables con
los que te quedas al salir de la sala, pero amargados por ese insípido,
pueril y ridículo final que más me vale no recordar.
En esta ocasión Abrams vuelve a confiar en el compositor Michael
Giacchino para la banda sonora, con quien ya trabajó en otras ocasiones
como en la serie Lost (Perdidos), y que en mi opinión, esta ocasión,
resulto sorprendentemente floja.
No alcanzo a entender donde ven los críticos cinematográficos el
parecido con E.T. o con las mejores cintas de Spielberg. Super 8 no es
para nada una estupenda película, ni una obra maestra, ni la revolución
del año… Para nada. Se trata de una película más sobre una criatura
extraterrestre y unos niños que tienen que ingeniárselas para no meterse
en más líos de los que se han metido ya.
Lo mejor de la película es sin duda los momentos Spielberg donde los
niños se relacionan entre ellos, ver como ruedan su película de terror,
las discusiones geniales que tienen, como se preparan para afrontar cada
situación y también los efectos especiales y el rodaje de las escenas
de acción. Lo peor sin duda son los momentos Abrams, una criatura
realmente malvada enfurecida con un ejército que la persigue y que se
come a todo lo que pilla para luego resultar ser… en fin, los momentos
Abrams.
En definitiva, sin extenderme más de la cuenta y sin dar spoilers,
Super 8 es una película que rinde homenaje a los años 80, al cine de
entonces y al cariño con el que se hacían las cosas en aquellos tiempos.
Es una película que busca recuperar momentos intensos e intentar marcar
en el espectador como en su momento marcó la partida de E.T. pero que
desde luego no lo consigue, y se trata de un largo claramente
diferenciado en dos partes. La primera parte de película es muy buena,
atrapa, engancha, divierte e incluso emociona; pero la segunda parte de
cinta es aburrida, predecible, ridícula en muchas secuencias y con un
desenlace completamente indigno y descafeinado.
Nota: 6,5