Hoy quiero dedicar un post a una de esas películas que marcaron mi infancia. Todos tenemos alguna cinta especial que recordamos con cariño, sin importarnos lo buena o mala que pueda ser. En este caso, reconozco que la película es mala, muy pobre en todos los aspectos, pero tremendamente divertida, simpática y con un gran valor nostálgico para mí. No sé cuántas veces la habré visto de niño ni cuánto la disfruté en su momento. Me refiero a Maximum Overdrive, o como la conocimos en España, La rebelión de las máquinas.

Se trata de una película de 1986 basada en el relato corto Trucks (Camiones) de Stephen King. En la historia original, los camiones comienzan a conducir por sí solos y a atacar a los humanos. Quiero hacer hincapié en el título, Trucks, porque en el relato solo estos vehículos se rebelaban contra la humanidad, mientras que en la película todas las máquinas parecen cobrar vida y volverse asesinas. Lo más sorprendente es que la película es mala a pesar de estar dirigida por el propio Stephen King. Lograr una mala adaptación de tu propio trabajo ya es un mérito en sí mismo, pero él lo consiguió con creces. De hecho, esta fue su primera y única película como director. En varias entrevistas, King admitió que estaba bajo los efectos de las drogas durante el rodaje, lo que podría explicar muchas de las decisiones erráticas que tomó.

El reparto tampoco ayuda demasiado. Emilio Estévez, en el papel de Bill Robinson, tiene la expresividad de un fásmido, y Laura Harrington, su interés amoroso, es más sosa que una sopa sin sal. La química entre ambos es inexistente y su relación en pantalla carece de sentido. Del resto del reparto solo destaca Pat Hingle, recordado por su papel como el comisario Gordon en las películas de Batman de Tim Burton y Joel Schumacher. La falta de talento interpretativo, sumada a un guion lleno de agujeros, relegó injustamente a la cinta al olvido. A pesar de todo esto, a mí me encanta. Es una de esas películas malas que con el tiempo han alcanzado el estatus de culto. Su historia, aunque absurda, tiene un planteamiento interesante que podría haber dado para mucho más. Y si hay algo realmente sobresaliente en la película, es su banda sonora: Maximum Overdrive cuenta con música de AC/DC, y su tema principal, Who Made Who, es un auténtico himno del rock.

La historia nos sitúa en 1986, cuando un extraño cometa pasa cerca de la Tierra y, por razones que nunca se explican claramente, todas las máquinas cobran vida y se rebelan contra los humanos. No hay una justificación más allá de que el planeta está bajo la influencia del cometa. Curiosamente, y en un fallo evidente del guion, los coches no se ven afectados: mientras camiones, expendedoras de bebidas y cortadoras de césped matan gente, los coches aparecen destrozados, aparcados sin más o incluso son conducidos por los propios protagonistas sin que pase nada.

Los personajes quedan atrapados en una estación de servicio rodeada por camiones de origen desconocido (porque hay más camiones que camioneros) y deben sobrevivir como pueden. Otro error divertido es que, aunque las máquinas parecen tener voluntad propia, los camiones siguen necesitando gasolina para moverse, lo que hace que su sed de venganza carezca de lógica: si matan a los humanos, ¿Quién les reabastecerá de combustible? A pesar de estos sinsentidos, Maximum Overdrive tiene su encanto. El diseño de los camiones es genial, en especial el camión negro con la enorme cara del Duende Verde de Spiderman en el frontal, que se convierte en una especie de líder entre las máquinas. Este detalle no es casualidad, ya que Stephen King ha confirmado que efectivamente se inspiró en el villano de Marvel.
La película fue un desastre de crítica y taquilla. En 1987, recibió dos premios Razzie: peor director para King y peor actor para Emilio Estévez. Sin embargo, un año después, ganó el premio a Mejor Película en los International Fantasy Film Awards, lo que demuestra que, para algunos, tenía su encanto. Con el tiempo, se ha convertido en una película de culto, reivindicada por muchos aficionados al cine de terror y ciencia ficción.
En 1997, se realizó un remake titulado Trucks, en un intento por hacer una versión más seria y fiel al relato original. En España, se emitió como telefilme con el título Sin escape. Aunque la premisa era similar (camiones poseídos que atacan a los humanos), la causa de la rebelión se modificó: en lugar de un cometa, los vehículos eran controlados por experimentos tecnológicos en una base militar cercana, el Área 51. Sin embargo, la película carecía del carisma y la personalidad de la original y pasó sin pena ni gloria.
Esta cinta no está exenta de curiosidades que merece la pena destacar, por ejemplo, la estación de servicio Dixie Boy fue un enorme set construido en Wilmington, Carolina del Norte. Era tan realista que muchos camioneros intentaban parar allí, obligando a los productores a colocar señales advirtiendo que se trataba de un decorado.
Por otra parte, el grupo AC/DC hace un cameo en la película: aparecen al inicio, cuando el puente se abre de repente, en una cómica secuencia donde su furgoneta queda atrapada entre el resto de vehículos. Además, durante el rodaje, ocurrió un grave accidente: una cortadora de césped fuera de control impactó contra una cámara, hiriendo al director de fotografía Armando Nannuzzi, quien perdió un ojo. Más tarde, demandó a Stephen King por 18 millones de dólares, aunque llegaron a un acuerdo extrajudicial.
Otro detalle peculiar es que el cliente al que el cajero automático insulta al inicio de la película no es otro que el propio Stephen King, en un divertido cameo.
En conclusión, no sé exactamente qué es lo que hace que Maximum Overdrive me guste tanto. Tal vez sea la ambientación, los camiones, la nostalgia o simplemente el hecho de que me hace reír. Es una de esas películas que, aunque objetivamente es un desastre, logra entretener y ofrecer algo diferente. Y eso, en un mundo lleno de producciones genéricas, tiene su mérito. Si nunca la habéis visto, os animo a darle una oportunidad. Puede que os parezca un bodrio o puede que la disfrutéis tanto como yo. Pero, en cualquier caso, os garantizo que no os dejará indiferentes.